Hola,

¿Sabías que los ángeles existen y están por todas partes? Están por donde menos te pudieras imaginar. Puede ser tu vecino, tu compañero de trabajo o socio, tu presidente de colonia, el pequeño empresario del centro de la ciudad o tu mismo. Existen, está en ellos pero muchos no lo saben.

¿Crees que tu puedes ser un ángel? Si tienes determinación, crees firmemente en una idea que pueda cambiar la vida de miles de personas y que deseas formar parte de ese cambio, tu respuesta la tendrás cada vez que te veas al espejo y esa respuesta será un SI.

Durante los últimos 80 años, ser un inversionista ángel, de capital de riesgo o de private equity (como desees llamarle) estaba reservado para la élite inversionista. Solo unos pocos tenían acceso a aquellas promesas que se convertirían en empresas estrella antes de llegar a los mercados de capitales. Tenias que ser un empresario muy conectado y por supuesto tener varios millones en tu cuenta bancaria o ser una empresa de Venture Capital con el respaldo de grandes inversionistas.

Pero todo eso ha cambiado. Hace poco más de una década, el “Crowdfunding” (fondeo colectivo) empezó con sus primeros esfuerzos en empresas como KickStarter en Estados Unidos. Todo inicia como un apoyo moral a las StartUps, donde quien aportaba cierta cantidad  de dinero podía tener acceso a algún producto de la nueva empresa o una playera impresa con un simple “Thank you” . Pocos se imaginaban que ese sería el inicio de la democratización del “Angel investing”.

A partir del 5 de abril del 2012, en Estados Unidos se convierte en ley el ya conocido JOBS act (Jumpstart our business StartUps) donde el público inversionista tenía la posibilidad de invertir en StartUps como cualquier otra firma de Venture Capital tradicional con todas las protecciones de ley. Pero también llegó con algunas restricciones, este acceso solo lo podían tener los inversionistas acreditados. Esto quiere decir, todos aquellos con ingresos superiores a los $200 mil USD al año o con un valor neto de por lo menos $1 millón de dólares.

Fue hasta el 2015 cuando se incluye una nueva regulación en la ley, donde no solo los inversionistas acreditados podían invertir. Ahora las StartUps podían recaudar fondos de todos quien desearan apoyarlas. El inversionista de día a día como tu y como yo, podíamos ahora invertir en las grandes promesas.

Esto es Estados Unidos, pero ¿que pasa con México y Latinoamérica? Afortunadamente, hemos dado importantes pasos para consolidar lo que yo le llamaría una sociedad de “Innovación compartida”, donde todos se unen para apoyar y fortalecer una idea, consolidarla y lograr revolucionar industrias completas.

El informe de Global Entrepreneurship Monitor (GEM) 2016 referente a LATAM, nos da una importante pista sobre la actividad emprendedora en nuestra región. Países como México, Brasil, Chile y Argentina, están emprendiendo con la intención de innovar. Otros países de nuestra región, están emprendiendo por necesidad de una oportunidad de empleo. Al final del día, estamos emprendiendo y eso es un gran paso.

Esfuerzos en Fintech (tecnología en la industria financiera), EdTech (industria de la educación); Sustentabilidad y HealthTech, son solo algunos de los pasos que se han dado en Latam. Plataformas de Crowdfundind como PlayBusiness en México o FoundersList en Chile están uniendo a la comunidad emprendedora.

En resumen, estamos viviendo una revolución, estamos en una etapa de innovación compartida, donde sobresale no quien mejor idea o determinación tenga, sino quien mejor se adapte a esta economía de la colaboración y el conocimiento.

Así que la siguiente vez que te preguntes si los ángeles existen, solo mírate al espejo. La revolución ya empezó, ya no hay pretextos, sé parte de ella.

Buen Pitch,

Raúl